El Padre Mauchi, su Secretario, la Recua y el Zoológico

Por Juan Carlos Cavero

De todos los curas, perdón Sacerdotes de Don Bosco (SDB) que nos trataron de enseñar, sin duda, el reverendo Padre Jorge Mauchi, fue el que más recuerdos y anécdotas nos dejó.

Nos enseñó Filosofía y Lógica en 5° de media. La verdad, para cerca de 120 pendencieros, la filosofía estaba a años luz y la lógica, dos cuadras más allá.

El primer día de clase al revisar la lista de los alumnos del “5°B” llegó a mi nombre y se detuvo. Seguidamente preguntó “¿Usted es hermano de sus hermanos”? Yo le dije: “Eso creo Padre”. Se rió y seguidamente me dijo: “Usted será mi secretario”.

Desde ese día, cada vez que preguntaba a algún despistado sobre el significado de la Ontología o la Tautología y si la respuesta era, por decirlo así, un pan con camote, preguntaba, “¿y éste, se creyó inteligente?. Póngale 05”. Yo celoso en mi labor, cumplía con el mandato y registraba en mi cuaderno de notas la calificación asignada. Al principio lo hacía con lapicero, pero luego, lo hacía con lápiz, de modo que podía borrar la calificación y previa empanada o Twist, el discípulo salesiano de Sócrates obtenía un 11 salvador.

El padre Mauchi era un eximio dibujante, de hecho, el dibujo que distingue a Don Bosco es su creación y en el salón a veces nos mostraba su talento. Era toda una experiencia verlo dibujar.

Creo que le gustaba mucho enseñar, aunque tenía sus intolerancias. Recuerdo que no soportaba los ruidos. Le fastidiaba que hiciéramos sonar las hojas del pioner y bueno, cada quien lo abría y las hacía sonar en sonido estéreo, lo que desataba la desesperación del cura. En esas ocasiones nos regalaba con otro de sus términos cariñosos: “chusma”.

Un día salió con uno que estoy seguro que, hasta hoy, todos recordamos. Nos llamó “recua”, regalándonos a la par, una sonrisa burlona. Recuerdo que ese día llegué a casa, busqué el “Mataburro” de la biblioteca y encontré su significado: “Conjunto de animales de carga, que sirve para trajinar”. “¡Qué pendejo este cura!, pensé”. Tenía las precisas.

Desde ese día cada vez que se impacientaba y nos quería llamar la atención, se dirigía a nosotros como “Recua” y estoy seguro que ya todos sabíamos el significado, pero lo asumíamos con humor porque finalmente, el Padre Mauchi, era un personaje, un tipo fuera de serie, un cura diferente. A propósito, no recuerdo haberlo visto celebrar misa. Hubiera sido interesante verlo en el momento del abrazo de la paz; seguro hubiera dicho: “Recua, pueden darse el abrazo de la paz”.

En el Salesiano, era costumbre dar los “Buenos días” y  las “Buenas tardes”. Lo hacían los curas y también los profesores. En una ocasión, las “Buenas tardes” estuvieron a cargo del Padre Sosa que era el “Inspector” de los Salesianos en el Perú.

Esa tarde se refirió al Padre Mauchi y en un momento dijo: “El Padre Mauchi proviene de una familia adicta…” se detuvo unos segundos que se hicieron eternos, quizás para pasar la saliva, y continuó, “...a los Salesianos”, pero la chacota era ya general. De pronto para el imaginario popular, el buen padre era un adictazo y toda su family también. Seguro tenían sus plantones de cannabis en la sala de su casa y todo eso de la Filosofía y Lógica era porque todo el día andaba recontra “stone”.

Me enteré que en una ocasión en salón, él había estado “animaleando” a la clase. Bueno, en el Salesiano, los pendencieros abundaban; por ello, los alumnos se pusieron de acuerdo y antes de la hora de su curso, colocaron un letrero en la puerta que decía “Zoológico”.

Debo precisar que las puertas de los salones del colegio tenían un vidrio amplio. El Padre Mauchi llegó con su andar pausado. Leyó el cartel. Se quedó pensando un momento, abrió la puerta, metió la cabeza y preguntó: “¿Cuánto cuesta la entrada?"

No había manera de “bullear” a alguien tan inteligente. Era una tarea inútil. Que Dios lo tenga a su lado.