De todas las experiencias vividas en el Salesiano, sin duda alguna, el viaje de promoción fue la que dejó una huella imborrable.
Arequipa, Puno y Cusco eran los destinos escogidos. La expectativa era enorme, para muchos, el trayecto de Cusco a Lima en avión sería el primero en sus vidas y eso lo hacía tan especial.
Aquella tarde de junio, los buses de la empresa Roggero salieron del colegio. El destino era la blanca ciudad de Arequipa.
Recuerdo a los padres de familia despidiendo a sus hijos, la mayoría, por primera vez, iban a estar lejos de casa. Los papás con gesto adusto dando las últimas recomendaciones y las mamás no queriendo despedir a sus angelitos.
Por su parte, los angelitos, iban bien apertrechados con chatas de ron Pomalca y sendas cajetillas de Norton, Winston, Premier, 2001, y no dudo que habría muchos más sin filtro, de aquellos que dan risa. La leyenda urbana decía que uno de esos había dejado sordo a Beethoven y otro era el que realmente había levantado a Lázaro. Esos “cigarros” eran los que iban más caleta.
Arequipa fue la primera experiencia. Linda ciudad. Los días transcurrieron entre visitas a Santa Catalina, el Molino de Sabandía y el Mirador de Yanahuara, seguidos de cerca por el Misti, el Chachani y el Pichu Pichu.