Maravillosa tarde de domingo. Qué importa si un día antes hubo cambio de mando presidencial y Alan
García, otra vez, con sus bravatas populistas (ya lo dije, días
atrás, ¡¡¡ojalá que no la cague!!!). Qué importa si nos programan un
partido en plenas fiestas patrias y que nuestras familias nos miren
con incredulidad por dejarlos –una vez más- sin paseo dominguero
porque, mi amor, “hoy es
el partido donde se decide todo y debemos apoyar a los muchachos”.
Mediodía. Aparezco justo para el
inicio del partido. Godo, el flamante DT no aparecía por los
predios. “Te encargas de
los cambios”, me señalan
con dedo acusador y al toque me ponen la disyuntiva; hay una duda de
arranque: “El vampiro o el ekeko”. Tú decides. Comienza Víctor
Fajardo–dije. Estos
partidos son para la vieja guardia pretoniana.
Hablé con Fernando y le expliqué los motivos de mi decisión.
No me equivoqué en el concepto. Era
un partido de juego fuerte y dientes apretados pues ambos equipo
aplicaban la táctica de la mayonesa: “puro huevo”. Hubo poco
fútbol porque en el rectángulo se desarrolló una guerra de
trincheras. Se avanzaba unos metros, se retrocedía otros tantos,
faltas tácticas en medio campo y pocos remates a los arqueros. A
pesar de eso, se veía una mejor actitud en nuestro equipo. Había
más talento en nuestra volante y mayor ímpetu en el ataque. Sin
embargo, casi al finalizar el primer tiempo, nos agarran en un
contragolpe, cambio de banda, remate cruzado y 1-0 en contra. Se
venía la noche.
No hubo mayores disposiciones en el
tiempo, simplemente dar tranquilidad y hacerles saber que eran mejor
en la cancha y que el marcador hará justicia más adelante. Hubo un
cambio: ingresó Fernando por Víctor.
Casi al empezar el inicio del segundo
tiempo llegó la igualdad gracias a una jugada del pato Málaga que
la terminó Fernando Torres para emparejar las cosas. Tremendo
festejo “a lo bebeto”, del chato. El partido empezaba de nuevo y
la pierna fuerte seguía predominando. Hubo un cambio –tal vez no
deseado- en la 74 (salió Medina) y luego de una pequeña reyerta,
donde el hermano de Iván se lo quería comer a uno de los árbitros,
lo terminaren expulsando pero como el cambio había sido segundos
antes, la suspensión será para los próximos partidos. Por esos
minutos, el Virrey también se fue de boca (no era Boca Juniors mi
estimado Armando) y se acordó que julio es un mes propicio para
recordar a las madres –más aún si se trata de los árbitros.
¡Afuera el pollo! El partido se hacía de ida y vuelta y luego de
dudar en un rechazo en nuestra área, hay una pelotera y la bola le
toca el brazo a Iván y el árbitro cobra penal. ¡La cagada! El
pelado de la 74 (no sé su nombre) cobró y otra vez, estábamos con
el score en contra. 2-1.
La grandeza sale a flote cuando estás
en dificultades. Reingresó Víctor, esta vez por Iván y el equipo
creció en intenciones, se sabía mejor que el rival y se fue con
todo al ataque. La insistencia da premio si se trabaja con
inteligencia: otro ataque de Miguel, que la termina anotando Fernando
para dejar un 2-2, con que terminamos. Allí acabó el partido, porque
ambos equipos se dieron por bien servidos.
En el repaso individual, tengo el
placer de decir que Héctor Piedra se graduó ayer de arquero. Estuvo
seguro, concentrado y nos sacó un par de mano a mano que estoy
seguro, 30 años atrás, mi estimado Héctor, no te lo hubieses
imaginado porque en esa época sólo jugabas básquet con el pulpo
Montante, Huaqui Weston y toda esa gente. Me gustó la faena de
Quique Franco, jugando con la cabeza y el corazón, poniendo pierna
fuerte cuando se debe y arengando a los muchachos en cancha cuando lo
necesitaban. Sobre Carlos Diez Canseco (soy tu hincha, flaco) he
escrito bastante y sólo me basta decir que has nacido para estos
partidos. Ayer, Iván Medina estuvo bien en la creación, pero algo
indeciso en la marca (esa tarjeta amarilla tempranera lo inhibió),
pero sabemos que para el próximo partido tendrás una nueva
oportunidad porque el fútbol está lleno de revanchas. Miguel Málaga
estuvo en una tarde donde combinó brega con inteligencia. Marcó
desde ¾ de cancha, atacó y fue una pesadilla para la defensa de la
74 (incluyendo a su barra de mujeres). Mi estimado Víctor Fajardo,
que de a pocos está volviendo a la cancha, cumplió con su habitual
cuota de habilidad que sale de su pie izquierdo, colaboró en la
marca y por momentos se ponía el equipo al hombro. Gracias, Vampiro,
sabemos que todavía “andas con las alas rotas” pero hubo ganas,
deseos y temperamento. Finalmente, mi reconocimiento a Fernando
Torres (el Ekeko) que estuvo en su tarde y por varios motivos: llevó
a su esposa a la UES, junto a su hijita de dos meses, suficiente
motivo para jugar con el corazón en la mano y los pies en la pelota.
Hizo los dos goles del equipo y como buen pericotero, acompañó al Pato en las jugadas más hilvanadas. Momentos antes del partido tomé
la decisión de hacer arrancar a Víctor en lugar de Fernando, pero le
hice saber la lectura del partido que estaba proyectando y me
entendió. Gracias Ekeko, por tu paciencia.
Hay algo que pesaba más que nuestros
47 años. No es la camiseta que siempre termina sudada; tampoco el
fútbol porque en la 75 siempre lo tuvo a pesar que pasó mucho
tiempo desde nuestros años maravillosos y ya no tenemos ni la
lozanía, atrevimiento y facultades de nuestros 16 años. Ahora es
otro nuestro objetivo: La responsabilidad de quedar bien con tus
amigos. Esa barra brava –lenguaje coprolálico incluido- que semana
a semana te sigue en las buenas y en las no tan buenas. Quizás
deseara aparecer ese miedo escénico que nos nubla las ideas por
ganar el campeonato. Pero esta vez será diferente. Las puertas del
éxito están a nuestro alcance y creo que las tomaremos.
Hugo Abad Zegarra
A manera de postdata.-
Ya lo contó Armando Bodero en su correo: hubo cebiche, chelas y
mucha alegría. Fue un gusto contar con presencia femenina en la
tribuna, amén de los niños. Esa son las cosas de nuestra '75.
Siempre encontramos un motivo para estar alegres.