Tengo el orgullo de Ser Peruano, de la '75 y ser feliz


Maravillosa tarde de domingo. Qué importa si un día antes hubo cambio de mando presidencial y Alan García, otra vez, con sus bravatas populistas (ya lo dije, días atrás, ¡¡¡ojalá que no la cague!!!). Qué importa si nos programan un partido en plenas fiestas patrias y que nuestras familias nos miren con incredulidad por dejarlos –una vez más- sin paseo dominguero porque, mi amor, “hoy es el partido donde se decide todo y debemos apoyar a los muchachos”.

Mediodía. Aparezco justo para el inicio del partido. Godo, el flamante DT no aparecía por los predios. “Te encargas de los cambios”, me señalan con dedo acusador y al toque me ponen la disyuntiva; hay una duda de arranque: “El vampiro o el ekeko”. Tú decides. Comienza Víctor Fajardo–dije. Estos partidos son para la vieja guardia pretoniana. Hablé con Fernando y le expliqué los motivos de mi decisión.

No me equivoqué en el concepto. Era un partido de juego fuerte y dientes apretados pues ambos equipo aplicaban la táctica de la mayonesa: “puro huevo”. Hubo poco fútbol porque en el rectángulo se desarrolló una guerra de trincheras. Se avanzaba unos metros, se retrocedía otros tantos, faltas tácticas en medio campo y pocos remates a los arqueros. A pesar de eso, se veía una mejor actitud en nuestro equipo. Había más talento en nuestra volante y mayor ímpetu en el ataque. Sin embargo, casi al finalizar el primer tiempo, nos agarran en un contragolpe, cambio de banda, remate cruzado y 1-0 en contra. Se venía la noche.

No hubo mayores disposiciones en el tiempo, simplemente dar tranquilidad y hacerles saber que eran mejor en la cancha y que el marcador hará justicia más adelante. Hubo un cambio: ingresó Fernando por Víctor.

Casi al empezar el inicio del segundo tiempo llegó la igualdad gracias a una jugada del pato Málaga que la terminó Fernando Torres para emparejar las cosas. Tremendo festejo “a lo bebeto”, del chato. El partido empezaba de nuevo y la pierna fuerte seguía predominando. Hubo un cambio –tal vez no deseado- en la 74 (salió Medina) y luego de una pequeña reyerta, donde el hermano de Iván se lo quería comer a uno de los árbitros, lo terminaren expulsando pero como el cambio había sido segundos antes, la suspensión será para los próximos partidos. Por esos minutos, el Virrey también se fue de boca (no era Boca Juniors mi estimado Armando) y se acordó que julio es un mes propicio para recordar a las madres –más aún si se trata de los árbitros. ¡Afuera el pollo! El partido se hacía de ida y vuelta y luego de dudar en un rechazo en nuestra área, hay una pelotera y la bola le toca el brazo a Iván y el árbitro cobra penal. ¡La cagada! El pelado de la 74 (no sé su nombre) cobró y otra vez, estábamos con el score en contra. 2-1.

La grandeza sale a flote cuando estás en dificultades. Reingresó Víctor, esta vez por Iván y el equipo creció en intenciones, se sabía mejor que el rival y se fue con todo al ataque. La insistencia da premio si se trabaja con inteligencia: otro ataque de Miguel, que la termina anotando Fernando para dejar un 2-2, con que terminamos. Allí acabó el partido, porque ambos equipos se dieron por bien servidos. 

En el repaso individual, tengo el placer de decir que Héctor Piedra se graduó ayer de arquero. Estuvo seguro, concentrado y nos sacó un par de mano a mano que estoy seguro, 30 años atrás, mi estimado Héctor, no te lo hubieses imaginado porque en esa época sólo jugabas básquet con el pulpo Montante, Huaqui Weston y toda esa gente. Me gustó la faena de Quique Franco, jugando con la cabeza y el corazón, poniendo pierna fuerte cuando se debe y arengando a los muchachos en cancha cuando lo necesitaban. Sobre Carlos Diez Canseco (soy tu hincha, flaco) he escrito bastante y sólo me basta decir que has nacido para estos partidos. Ayer, Iván Medina estuvo bien en la creación, pero algo indeciso en la marca (esa tarjeta amarilla tempranera lo inhibió), pero sabemos que para el próximo partido tendrás una nueva oportunidad porque el fútbol está lleno de revanchas. Miguel Málaga estuvo en una tarde donde combinó brega con inteligencia. Marcó desde ¾ de cancha, atacó y fue una pesadilla para la defensa de la 74 (incluyendo a su barra de mujeres). Mi estimado Víctor Fajardo, que de a pocos está volviendo a la cancha, cumplió con su habitual cuota de habilidad que sale de su pie izquierdo, colaboró en la marca y por momentos se ponía el equipo al hombro. Gracias, Vampiro, sabemos que todavía “andas con las alas rotas” pero hubo ganas, deseos y temperamento. Finalmente, mi reconocimiento a Fernando Torres (el Ekeko) que estuvo en su tarde y por varios motivos: llevó a su esposa a la UES, junto a su hijita de dos meses, suficiente motivo para jugar con el corazón en la mano y los pies en la pelota. Hizo los dos goles del equipo y como buen pericotero, acompañó al Pato en las jugadas más hilvanadas. Momentos antes del partido tomé la decisión de hacer arrancar a Víctor en lugar de Fernando, pero le hice saber la lectura del partido que estaba proyectando y me entendió. Gracias Ekeko, por tu paciencia. 

Hay algo que pesaba más que nuestros 47 años. No es la camiseta que siempre termina sudada; tampoco el fútbol porque en la 75 siempre lo tuvo a pesar que pasó mucho tiempo desde nuestros años maravillosos y ya no tenemos ni la lozanía, atrevimiento y facultades de nuestros 16 años. Ahora es otro nuestro objetivo: La responsabilidad de quedar bien con tus amigos. Esa barra brava –lenguaje coprolálico incluido- que semana a semana te sigue en las buenas y en las no tan buenas. Quizás deseara aparecer ese miedo escénico que nos nubla las ideas por ganar el campeonato. Pero esta vez será diferente. Las puertas del éxito están a nuestro alcance y creo que las tomaremos. 

Hugo Abad Zegarra

A manera de postdata.- Ya lo contó Armando Bodero en su correo: hubo cebiche, chelas y mucha alegría. Fue un gusto contar con presencia femenina en la tribuna, amén de los niños. Esa son las cosas de nuestra '75. Siempre encontramos un motivo para estar alegres.